sábado, 13 de junio de 2015

Spaghettis para Silvia: Final Alternativo II.

Final alternativo II



-Venga Salem, tenemos que irnos.

-Esto de no cumplir la tradición, no me gusta. De toda la vida se ha ido a la playa en la noche de San Juan, a hacer la hoguera y esas tonterías.

-Hemos madurado y ahora vamos a alcoholizarnos a bares, lo más normal.

-Rebeca, ¿en algún momento he sido yo normal?

-Siempre hay una primera vez, y joder, ponte la maldita corbata.

-¡Que no sé hacer el jodido nudo!

-A ver- se acercó para hacerme el nudo de la corbata, y ya estábamos listos para irnos- venga, el taxi nos espera abajo.


Nos fuimos los dos en el taxi, nos reuniríamos todos en mitad de La Rambla, cual guiri cuando se pierde. Tenía claro que yo iba a ser el centro de atención, bueno, yo, Silvia y su novio...menudo panorama esperaba.
Aún seguíamos en el taxi y ya habíamos empezado a beber, Rebeca tenía guardada una pequeña botella de whisky en el bolso, ahora entendía la razón por la cual había encajado tan rápido.


-¡Eh, eh ,eh, te acabas mi botella!

-Joder, y más que necesito.

-¿Nervioso?

-Pues no sé, mi mejor amigo en seis años no ha aparecido desde hace casi un mes, voy a ver por última vez después de varios meses a la cría que me ha enganchado a esta ciudad y encima con su novio, y para redondear mañana me voy a vivir a Canadá, ¡dame más alcohol!

-Joder, vas a ir con un coma etílico en el avión.


Y por suerte o por desgracia, llegamos antes de que me acabará la botella. Las calles estaban saturadas, algo que odiaba y con ganas. Venga, vamos a empezar la noche....
Al salir del coche, vimos que solamente Rebeca y yo habíamos llegado.
Malditos lentos, casi la una de la madrugada y no han llegado, menos mal que se han acordado de que cojo un avión en quince horas.
Mi suerte no iba a mejor precisamente, la siguiente en llegar tenía que ser como no, Silvia.


-¡Ay, que mona estás con vestido!- que bien se llevaban Silvia y Rebeca.

-Gracias- le daba dos besos a Rebeca, yo preferí no acercarme.

-Y él, ¿quién es?

-Es Luca , mi novio- el chico se acercaba sin problemas, por lo visto no sabía nada.

-Oh, que mono- le daba dos besos a Rebeca y venía a darme la mano.

-Buenas, soy Salem- intenté no ser muy cabrón a la hora de darle la mano.

-Bueno, nos vamos- por lo menos Rebeca intentaba liberarnos un poco de la tensión.


Sin que el resto diese señales de vida, nos fuimos los cuatro de fiesta.
Silvia no ponía de su parte para mejorar la situación, iba delante nuestra cogiendo de la mano a su novio y mirando hacia atrás cada cierto tiempo, creo que el único que no se daba cuenta era Luca.
Llegamos al primer bar, de rock, para variar. Cada uno seguía a lo suyo.


-Salem, por lo que más quieras, sé simpático.

-Joder, no soy tan mala persona.

-Y tranquilo, Lee me ha mandado un mensaje y llega en unos minutos junto a las demás.

-¿Sin noticias de Samuel?

-No sabemos nada de él excepto Lee.


Empezamos a beber chupitos, Rebeca y yo éramos los que más, hasta que llegaron todos y ya se calmó un poco más el ambiente, pero Silvia y yo no dejábamos de ser el centro de atención, aunque nos manteníamos alejados y no nos habíamos dicho nada.
Y pensar que esta sería mi última noche por los bares de Barna, como cambian las cosas de un año para otro, o cómo cambio yo de planes.



-Salem...

-¿Qué pasa, Lee?

-Hay un problema, Samuel viene.

-¿Qué problema hay en eso?

-Que viene muy cabreado.

-¿Por qué cojones viene cabreado? Aquí el que debe de estarlo soy yo.

-Bueno, cuidado con lo que os decís.


Joder como estaba el panorama, Silvia y yo lo más distanciado posible, su novio siendo simpático, yo siendo yo, y ahora viene Samuel cabreado.


-¡Lee!- Pato le echaba la bronca a cada rato- deja de darle alcohol a Salem, que tiene un vuelo de unas ocho horas.

-¡Pero si es él quien me está dando alcohol a mí!


Por una sola vez en toda la noche, Silvia y yo nos quedamos mirándonos fijamente, y creo que en ese preciso momento, nadie más nos miraba. Fue lo suficientemente breve que la niña hiciese que ese momento fuese a cámara lenta.
Entonces todo se puso muy turbio, llegó Samuel, bebido y cabreado, empezando decirnos de todo.


-Recuerda, si te vas, no vuelvas.

-Samuel, cállate.

-Marlen, déjale.

-¿Y éste es el crío por el que Silvia te prefiere?- entonces todos se giraron hacia Luca y el chico se quedó en blanco.

-¿Y tú eres mi mejor amigo?

-Lo era, y me arrepiento de estos seis años, el karma se encargará de encontrar tu avión- fue entonces reaccioné sin pensar y le metí una buena hostia en la cara con el puño cerrado con más ganas que nunca, y él, cayó al suelo.


Y ahí estaba mi última noche, en un bar de rock a hostias con mi mejor amigo, a la fiesta se apuntaron los porteros el local.
Acabamos todos expulsados del loca, con media Barcelona de fiesta mirando a los dos idiotas que sangraban y que un día fueron eso, dos idiotas inseparables...


-Bien, te arrepientes de estos seis años, pues no haber vuelto esta noche.

-Salem- yo intentaba irme pero Marlen no me dejaba.

-No me digas que me quede, deja la llave que tienes en el buzón. Ya no veremos en unos años, a algunos, adiós.


Como imaginar que esta sería mi despedida, que perdería todo lo que logré en estos últimos seis años, que perdería a mi mejor amigo, que perdería a Silvia, esta no es mi suerte que siempre solía tener.
Fue llegar a mi apartamento y verlo todo absolutamente vacío y oscuro, no estaban ya mi perro y mi gato para recibirme, en su lugar, una maleta.
Casi una hora después, sonó el timbre, y no quería levantarme por nada ni nadie, pero lo hice. En medio de la oscuridad y dando tumbos, conseguí llegar hasta la puerta y abrir...


-Oh, Rebeca...

-¿Cómo te has ido así?

-Tenía que hacerlo, y tú, ¿por qué has venido?

-Joder Salem, estás sangrando, no te iba a dejar así.

-Bueno, gracias.


A las cinco de la mañana, lleno de moratones en e sofá y a un par de horas de hacer el viaje e mi vida,es un breve resumen de como ha acabado tan mal la mejor etapa de mi vida. Curiosa forma, sin Samuel, sin Silvia, y con la chica que había conocido una noche en la universidad, curándome las heridas.


-Sabes Salem, se te echará bastante de menos.

-Cualquiera lo diría, nos conocemos de hace seis meses solamente, bueno.

-Bueno, en ese tiempo he vivido contigo lo suficiente, de hecho, he vivido. Tienes una forma de vida muy distinta al resto, tan peculiar.

-Gracias, supongo.

-Espero que no te olvides de la gente.

-Tranquila, después de esta noche, tengo claro que no lo haré.

-Pues la noche no ha acabado.

-¿Cómo?- cuando intenté reaccionar, ya la tenía sobre mí- ¿qué haces?

-Despedirme de ti.

-¿Tú no tenías novia?

-Tenía, ahora cállate y vamos a despedirnos.


Después de cagarla tanto esta noche, no sabía qué hacer, mi cabeza ya estaba en el avión, rumbo a Canadá, dejando a todos y todo atrás, reseteando todo y empezando de nuevo.
Ahora ya daba todo igual, no podía ir a peor, así que le seguí el juego.
En pleno sofá, con todo ya perdido, dejándome llevar por un cumulo de rabia, odio, y ganas de desahogarme, hasta que alguien abrió la puerta y...


-Silvia...- Rebeca se apartaba lo más rápido posible de mí medio desnuda.

-Marlen me había dado la llave para venir a despedirme, pero ya veo que estás ocupado- intentó irse nada más acabar de hablar.

-¡Espera, Silvia!- y yo, tan idiota, intentando solucionar lo imposible.

-Déjalo, espero que Samuel no tenga razón con eso de que el Karma se encargará de encontrar tu avión, espero que te encuentre a ti y te deje completamente solo, adiós.


Cuando creo que ya he sido lo suficientemente idiota por esta noche, cuando pensaba que ya lo había perdido todo, cuando creía que ya había tocado el fondo más absoluto y oscuro, me doy cuenta de que soy de esas personas que en lugar de empezar a subir, empieza a cavar, intentando comprobar que me puedo hundir aún más, y yo, lo había conseguido, cometiendo el mayor error de mi vida y perdiendo todo lo que alguna vez quise.






Spaghettis para Silvia: Final original.

Final



No podía dejar de ver por la ventana de mi habitación, me quedaba en blanco viendo las nubes, pensando que en unas tres horas estaría allí arriba, dejando la ciudad que ha sido mi musa.
Si algún día hubiese imaginado mis últimos momentos en esta ciudad, sería como estoy ahora, tumbado en la cama, con las piernas apoyadas sobre la gran maleta que me llevaría.
La noche fue tranquila, sin Silvia ni Sam, pero no me podía quejar, ya que tuve la suerte de que Marlen, Rebeca, Patricia y Lee, estuviesen conmigo.


-Venga Salem, deja de pensar tanto y ven a toamr algo con nosotros- Lee me sacaba de mi mundo para volver a la realidad.

-Buenos días cabezón- Marlen se me qedaba mirando, sonriéndo mientras cogía su taza de café- ¿nervioso?

-Para ser sinceros, hacía años que no estaba tan tranquilo.

-¿Te gusto la noche de ayer?

-Creo que ver a Lee y a Rebeca bailando en la barra de un bar, es algo que hará historia.

-Salem, vuelve pronto.

-O ve a visitarme, ambas cosas son buenas.

-Tengo una sorpresa para ti...


Por la puerta entraba entraba Sam, mientras los demás salían para dejarnos a solas unos minutos. Era raro que hubiese tanta frialdad en aquel momento, entre nosotros, que juntos siempre estábamos de buen humor.


-¿Abrazo o cerveza?

-Creo que una cerveza mejor.

-Siento haber desaparecido.

-Da igual, no me voy a cabrear contigo.

-No lo entiendo, fui un completo gilipollas.

-Samuel, eres gilipollas siempre, la putada es que yo lo soy contigo.

-Toma una cerveza anda.

-Es lo más bonito e inteligente que me has dicho en la vida.


Es curioso ver como las cosas se solucionan cuando una persona realmente te importa. Porque volvíamos a a estar bebiendo cerveza juntos, como cada fin de semana que era posible, habiendo olvidado éste último mes, habiendo olvidado que en unas horas volaría lejos de los mejores momentos de mi vida.


-Salem, aunque dejes todo atrás, no olvides nada de lo vivido, de que hicimos nuestra propia historia, fuera de cualquier libro de instituto, que fuimos, somos y seremos igual de degenerados.

-Samuel, no dejo nada atrás, quizás algún día, todas esas tonterías que hicimos a lo largo de nuestra corta vida, las hagamos en Canadá.

-Salud, hermano- lo que no solucionase una cerveza y unos buenos recuerdos- por cierto, hay otra sorpresa para ti.

-¿Más?, ¿es mi cumpleaños?

-Vente.


Nos fuimos a la entrada principal, y allí estaban todos esperando, me sentía el centro de atención mientras todos sonreían.
Se apartaron de la puerta y allí...


-¡Salem!- Silvia saltó hacia mí para abrazarme, en ese momento me sentía más vulnerable que nunca, como un jodido flan.


En mitad del pasillo, tirado en el suelo y Silvia sobre mí, después de 4 meses sin vernos.
Todos los cabrones a nuestro alrededor sonreían, mientras tanto yo empezaba a sentir el dolor de la hostia que me di contra el suelo, pero joder, me daría esa hostia una y otra vez.


-¿Estás bien? No me digas que te he hecho daño.

-Joder, que dolor.

-Eso es que estás bien, venga arriba- Samuel y Lee me ayudaban a levantarme, yo estaba destrozado- bueno, nosotros nos vamos, en una hora volvemos para ir al aeropuerto, disfrutad.


En mitad del pasillo de casa, con la cría delante de mí, sin decir nada y  mirándome a los ojos como si me fuese a pedir que le regalase algo.
Nunca había visto a Silvia callada tanto tiempo y joder, estaba preciosa.
Poco tardó en abrazarme y no soltarme.


-Te vas y no te ibas a despedir de mí.

-Lo siento...

-Si algún día vuelves, que sea para venir a llevarme contigo, para irnos jodidamente lejos.

-Silvia, te prometo que un día viviremos juntos ya sea en Barcelona o en cualquier parte.

-Así me gusta. Por cierto tengo hambre.

-Siempre que vienes tienes hambre.

-Joder, no es mi culpa que sea la una del mediodía y tenga hambre.

-Tienes razón, voy a cocinar algo.

-¿Qué me vas a preparar?

-Hace mucho tiempo te prometí que, el último día que te viese, te prepararía spaghettis a la carbonara.

-¡Oh, sí!


Si algún día os habéis preguntado cual es la cara de la felicidad, es la mía viendo a Silvia sentada sobre la encimera, esperando a que le preparé la comida mientras pone música con mi móvil.
Los minutos pasaban mientras yo cocinaba y Silvia cantaba, por un momento quería romper el billete de avión y quedarme para hacer todo lo que no hice para estar con ella.
La comida ya estaba lista, y quedaba poco tiempo para que viniesen los demás para ir al aeropuerto.


-¡Venga!

-Ya va, joder- la niña estaba impaciente por sus spaghettis- levanta, que no vamos a comer aquí.

-¿Y dónde?

-Ven.


Fuimos al salón, en él había una pequeña mesa redonda al lado del balcón por el que entraba mucha luz y que daba a una calle muy ajetreada. Era idílico para una comida así.
Nos sentamos intentando aprovechar los últimos minutos, y no sabéis lo que era ver a Silvia apoyada sobre la mesa y mirando por el balcón...


-Salem, dime que no te olvidarás de mí.

-Silvia, esto no es ni será nunca un final, porque pase lo que pase, has llegado a mi vida, lo has cambiado todo y ahora, eres la reina de éste caos que tengo por día a día.

-Sabes, he venido decenas de veces a comer a tu casa, y es la primera vez que nos sentamos aquí, es precioso.

-Silvia...

-Dim- cuando se quiso dar cuenta, ya me había puesto a su altura.


Y ahí, en un pequeño piso de Barcelona, cumpliendo con la comida que le prometí a la niña hace un año.
Terminando nuestro último momento junto como las grandes despedidas de las grandes películas, con la trompeta y la voz de Lois Armstrong candanto "La vie en Rose" de fondo, con el que sería el primer y último beso.



Spaghettis para Silvia: Final Alternativo I.

Final alternativo I



-Salem, Silvia no viene esta noche...- a Marlen le daba por ser mi mensajera.

-¿Y eso?

-Su novio tiene otros planes e irá con él.

-Bueno, ¿así voy bien?

-Joder, el blanco inmaculado no te pega para nada.

-Esto probando modelos para cuando me proclamen santo, no te jode.

-Me alegro que estés de buen humor a pocas horas de ese viaje.

-Si supieses que por dentro estoy como un flan.

-Bueno, tengo una buena noticia para ti, Samuel viene esta noche, que quiere celebrar a lo grande la despedida.

-Ya era hora que apareciese- de pronto me dio un escalofrío que me recorrió entero.

-Venga flan, que nos esperan abajo.


Fue salir del portal y ahí estaban casi todos, esperando a que saliese por la puerta.
Después de cosas así, nadie quiere irse de la ciudad que es su hogar, pero hay decisiones que se toman sí o sí, y joder, siempre habrá quien te apoye en ello.


-¡Joder Lee, quita el flash!- el muy cabrón me había dejado ciego sacando una foto.

-Eh, ¿a que mola mi estilo? Ahí, siguiendo el estereotipo del típico japonés con una cámara por Barcelona.

-No hay quien te entienda.


De camino a la playa por el centro, cada uno con su aportación de madera para cumplir con la tradición de hacer nuestra típica hoguera en la noche de San Juan.
Barcelona, tan preciosa, y más cuando es tu última noche después de un buen año, el mejor de mi vida, quizás. Aunque hay cosas que no salieron como esperaba.
Pero bueno, soy una persona totalmente a la que quería ser, tomando un camino totalmente diferente del que quería tomar, cometiendo errores de manera continua que me han llevado hasta donde estoy, y no sé qué queréis que os digo, menos mal que he fallado tanto en esta vida. Porque no cambio por nada del mundo estar con esta panda de idiotas, paseando por plena Rambla de noche , una noche de despedida.


-Bueno, que algunos pongan las toallas, que otros preparen la cena.

-¿Y tú qué vas a hacer, Salem?

-Empezar a beber, ¿qué sino?

-¡Serás vago!

-Joder Patricia, no me pegues. Voy a prender la hoguera.

-No te vendrá mal una ayuda- y por fin, apareción.

-No creo, vuelve el próximo mes, entonces quizás.

-Venga, vamos a darle fuego a esta mierda- Samuel había aparecido cargado con un bote de gasolina y una botella de Whisky.


Y empezábamos aquella última noche, entre cervezas, risas y fuego, el fuego que nunca faltaba en nuestra tradición.
No sabía muy bien por qué, pero cada vez más gente se unía a nosotros, quizás era porque Lee y Samuel intentaban ligar con las de alrededor. Era bonito, ver risas alrededor, de gente desconocida, con gente que conocías de hace un año, pero como si fuese toda la vida, solamente faltaba alguien para que aquel momento fuese perfecto, ya sabéis....


-Bueno Sam- Rebeca se sentaba junto a mí, también lo hacía Marlen- ¿qué tal?

-Pensando en Silvia, ¿tú qué crees?- maldita Marlen, había acertado.

-Bien, disfrutando de los últimos momentos.

-Joder, no digas eso, que me pongo triste.

-Venga Marlen, tarde o temprano estaremos reunidos otra vez- no faltaba el abrazo.

-Bueno, ¿empezamos a con el plato fuerte?- Sam aparecía botella de Whisky en mano- escocés del bueno, me ha costado casi cien euros.

-¿Estás intentando comprarme?

-No, estoy intentando comprar tu perdón.

-Pues que cabrón, lo has hecho.


Comenzamos con aquella bonita botella de un mejor escocés, a la mayoría no les gustó el sabor, pero para Sam y yo, era lo mejor que habíamos probado nunca, quizás fuese porqué realmente estaba bueno, o por que aquel era un momento muy emotivo, ambas coas valían, nosotros disfrutábamos.


-Siento haber desaparecido éste último mes.

-Bueno, estás aquí para la última noche.

-También siento que Silvia no esté aquí.

-Eso es culpa mía, no hice las cosas como debía.

-Salem...

-Dime, cabezón.

-¿Una última estupidez juntos?

-¿Una sola?

-Es por si no salimos vivos de esta...

-No me jodas...


Empezamos a echar más madera a la hoguera, lo suficiente para que midiera medio metro, la gente se iba acumulando alrededor para ver que cojones hacíamos.
El fuego llegaba casia  los dos metros de alto.


-No seréis tan idiotas de saltar eso- Patricia se había dado cuenta.

-Por favor, no. Sam, échale todo- Samuel echo todo el bote de gasolina, entonces el fuego alcanzó los tres metros- eso, eso sí lo vamos a saltar.

-¡No!

-¡Hostia, yo me uno!- Lee era otro que tampoco pensaba mucho.

-No esperaba menos.

-Bueno, nos tiramos de cabeza intentando llegar lo más lejos posible de las brasas y rodamos por la arena por ti acaso- Sam ya estaba listo.

-¿Cabemos todos saltando a la vez?

-Lee, tú idea es brillante- Sam aceptó la idea de saltar los tres juntos, por si uno se echaba atrás luego.

-Bueno chicos, nos vemos al otro lado del fuego, con suerte- yo dejan todo a la suerte.

-Amén.

-Vamos allá...


Que genios, los tres, cada uno en una camilla del hospital, riéndonos por lo gilipollas que fuimos y que probablemente volveremos a ser en el futuro.
Sí, acabé mi última madrugada con mis mejores amigos.


-¿Valió la pena?- Patricia quería echarnos la bronca, algo habitual.

-Hasta la última gota de morfina que le han puesto a Lee- él fue el peor parado y ahora nada en morfina.

-Salem salud- Sam y yo, aun con la botella de whisky hasta en el hospital.


Un par de horas después, ya había amanecido y nos habían dado el alta, cada uno se fue a su casa a descansar, luego vendrían a por mí para acompañarme al aeropuerto.
Fue llegar yo a casa y tirarme a dormir al sofá, estaba destrozado entre el alcohol, las idas y venías, las quemaduras, pero la noche había valido la pena.
Pocas horas después, más o menos a mediodía, sonaba el timbre, milagrosamente conseguí despertar para abrir.


-Silvia...- 

Allí estaba ella, con el pelo y la ropa mojada, venía directamente de la playa.
Me dio un abrazo eterno y fue directamente al salón, se quitó la camiseta y el pantalón, para quedarse solamente con el bikini y se fue directamente a mi habitación, haciendo que la siguiese.
Al entrar, la encontré sentada en mi cama, mirándome fijamente como si me estuviese diciendo que fuese hacia ella, más preciosa que nunca.

sábado, 6 de junio de 2015

Spaghettis para Silvia XXXII

XXXII



-¿Por qué brindamos?

-Por nosotros, por haber aprobado y por ti, porque tengas un buen viaje mañana y encuentres lo que estás buscando en Canadá.

-Gracias Marlen...

-¡Salud señores!

-¡Joder!, ¿qué es esto?

-Aguardiente...


Aquí estábamos, Marlen, mi profesor y yo, en la clase que habíamos compartido todo el año, por última vez...
Es raro entrar a un sitio al que vas día a dia, y pensar que dejará de formar parte de tu rutina.
El profesor quiso hacerme una despedida, por eso nos quedamos los tres solamente después de todos los exámenes, quiso darnos su botella especial de aguardiente, reservada para buenos momentos.



-Y bien señor Salem, ¿listo para mañana?

-¡No!- acompañé mi respuesta con otro trago que me arrugó toda la cara- joder, que bueno está.

-¿Y por qué te vas, jodido cabezón?

-Joder Marlen, eso es amor- y otro trago para mí...- porqué soy valiente o idiota.

-Lo segundo.

-Doy fe.

-Joder, que es usted quien me ha dado la beca.

-¿Y quién le asegura que no es para librarme de usted?

-Touché.

-Al fnal, ¿qué ciudad a elegido?

-Ottawa, tengo cuentas pendientes con esa ciudad.

-¿Y cree usted que le irá bien?

-Él es un tonto con suerte, siempre le va bien.

-Bonitas palabras Marlen. Más que tonto, soy gilipollas, pero sigo teniendo suerte, y mucha.

-Bueno, supongo que es un valiente.

-Sabe, siempre digo que tengo menos miedo de fracasar allí que aquí, de alguna forma huyo de lo que me espera aquí.

-Puede que tenga razón, pero pocos tienen el valor de dejarlo todo ta rápido para empezar de cero y tan lejos, es un alumno que se duerme en clase, pero joder, es magnífico, le admiro.

-Gracias, es lo más bonito que me ha dicho nunca un profesor.

-Y será la última.


Era curioso, adoraba esa clase, algo que nunca había hecho. Por una vez en mi vida disfruté de ir a clases, y no, no es broma. También es verdad que no acabé bebiendo al finalizar el curso con un profesor.


-¡Salem!

-¿¡Qué, joder!?- Marlen me había dejado sordo gritándome al oído.

-Cierra los ojos.

-Y una mierda, que no eres fiable.

-Venga, hazlo por mí.

-Vale...- al cerrar los ojos me cogió las dos manos para sujetar algo.

-Ahora puedes abrirlos....

-¿Y esta foto?

-Nos la hicimos el día del concierto de navidad, quizás no te acuerdes porqué ibas demasiado bebido.

-Hasta yo iba bebido- el profesor levantaba su chupito y se lo bebía a nuestra salud.

-Es usted el mejor profesor que hemos tenido nunca- yo le acompañaba con otro chupito.

-Salimos todos, hasta nuestro profesor borracho. No sabía si darte una foto en la que saliera Silvia, pero decidí que sí saliese, ya que ha sido muy importante para ti y lo sabes.

-No sé qué decir, solamente tengo claro que ha sido un año muy bizarro, pero tengo claro que ha sido el mejor, gracias...

-Muy bonito chicos, pero he de cerrar la clase, vamos.


Salí por última vez de aquella clase con un sabor muy raro, quizás de aguardiente y nostalgia, cosas mías.
Al salir de la clase me esperaban Lee; Esvet; Rebeca; Pato, todos los que habían compartido tanto éste año, bueno, todos menos Samue, que no había vuelto a aparecer desde que se marchó de mi casa.
Todos esperaban aplaudiendo, haciendo un pasillo, en el pasillo....
Pato fue la primera en abrazarme, luego ya vinieron los demás.


-Joder, así nadie se va.

-¡Pues quédate!- Pato aún tenía esperanzas.

-Buena broma esa.

-¿Listo para la última noche, Salem?

-Siempre estoy listo para la noche de San Juan. ¿Sabes algo de Sam?

-Ni idea, sigue sin respondernos....

-Después de tantos año y que no aparezca mi último día.

-Por cierto, vienen dos personas más.

-Más sorpresas no, por favor.

-Es para que lo vayas asimilando.

-Bueno.

-Silvia y su novio...