jueves, 16 de octubre de 2014

Spaghettis para Silvia IXX.

IXX.

Había llegado fin de año, Silvia y yo nos dirigíamos al pub para una cena privada para los de siempre y acabar tomando allí las doce "uvas".
Íbamos solos en metro, escuchando música con un auricular cada uno, a veces se ponía a cantar y me gustaba.
Al salir de la boca del metro, nos esperaban las maravillosas luces navideñas de la ciudad, yo me quedaba ciego de tanta luz, ella en cambio, se maravillaba.
Llegamos al pub y ya estaban Samuel y Ari, esta última había vuelto a su casa después de navidad y se libró de las inocentadas putadas, pero volvía a pasar noche vieja con nosotros.


-Salem, ¿quieres una cerveza?- Sam se acercaba con una Guinness en la mano.

-Es lo más bonito que han hecho por mí en la vida, ven aquí bonico- le hice la coña de siempre, acariciarle la barbilla como si fuese un perro, él reaccionaba casi como uno.

-Que gays.

-Silvia, cálmate.


Los demás empezaban a llegar; Esvet, Lee, Pato y Marlen. Nos sentíamos en familia, quizás porque pasábamos demasiado tiempo juntos últimamente.
Entonces empezaron a correr las cervezas y a hablar de anécdotas de nuestras vidas, cosas muy raras.


-Eh Sam, ¿te acuerdas cuando tu madre nos estaba echando la bronca y tú escondido entre las sábanas de tu cama mirando de reojo?

-Tío, fue el momento más duro de mi vida.

-¿A quién se le ocurre tirarse un pedo cuando su madre le echa la bronca?

-Fue la tensión del momento...

-¿Te acuerdas también cuando te tiraste un pedo delante de tu ligue?

-Me había olvidado de que estaba delante.

-Samuel, eres un cerdo- le decía Pato.


Seguíamos con gracias del pasado, recordando cosas juntos que siempre serán para el recuerdo.


-Salem.

-Dime Sam.

-Te acuerdas cuando hiciste llegar a todo un instituto tarde excepto a ti y a mi, ¿recuerdas la cara de la gente al verte llegar al instituto?

-Fue un error de imprenta.


Cenábamos y bebíamos todos a gusto, casi olvidando que faltaba poco para las campanadas. Perdíamos toda noción del tiempo, era divertido.


-Pato, ¿nos cantas algo?

-Salem no.

-Va, que me gusta escucharte.

-Quizás cuando vaya algo bebida, sigue contando anécdotas.

-Pues verás, estábamos Sam y yo en un ferry con destino a Roma, y le convencía para hablar con dos chicas.

-Sam, nenaza.

-Amonestación para Esvetlana, sigo. Le concenví y luego me costó convencer a las dos chicas.

-Y lo hizo, con un par.

-Gracias por la aportación Sam. Nos pusimo a bailar y no había pasado ni un minuto, cuando Sam desapareción y la chica con la que yo estaba bailando también, de pronto la hica de Sam había caído al suelo, le estaba dando un ataque de epilepsia.

-¿Y Samuel se fue?- Marlen estaba concentrada.

-Sí.

-Sam, nenaza.

-Punto positivo para Marlen. Entonces todo el mundo se apartó y nadie hizo nada, yo me tiré al suelo a ayudarla porque estaba temblando y se daba golpes en la cabeza, también le metí los dedos en la boca.

-Salem eres un cerdo- Pato no me dejaba seguir.

-Joder, era para que no se tragase la lengua. Me puse a gritar que quien era de su insituto, pero nadie respondía. Cuando llegó el médico, un tanto lento, me aparté y vi que sus compañeros estaban detrás de mí, callados.

-Salem, héroe.

-Silvia, que a ti te salvé el mismo día que te conocí.

-Pero porque yo lo valgo.


Seguíamos con nuestras historias, cada vez más cerca de las campanadas, pero ya estabamos listos para acabar el año.

-Vamos chicos, que tocan las "uvas"

-Sam, ¿por qué dices uvas de manera rara?

-Porque Salem quiere empezar una nueva tradición, en lugar de uvas, serán doce chupitos.

-Salem, estás muy mal- Marlen se indignaba, pero le gustaba la idea.

-Gracias público.

A penas quedaban cinco minutos para las doce y decidí decir unas palabras, esta costumbre la había cogido de mi madre, que siempre organizaba todo y decía algo bonito antes de las uvas y de beber más.


-Bueno chicos, no voy a decir que ha sido un buen año, porque no, no. Pero si diré que han sido unos cuatro meses geniales desde septiembre en los que habéis asaltado mi casa.

-Especialmente yo.

-Todos sabemos que eres especial Silvia.

-¡Oye!- se indignaba.

-No sabemos lo que puede pasar este año, quizás cosas más raras que perseguir a un pavo en el metro, quien sabe. Quizás, después de todo, lo único que deseo, es que sigamos igual.

-¿De idiotas?

-Especialmente tu Sam, a lo que iba. Esto es como una familia que se asenta sobre estupideces juntos. Mi deseo es ese, permanecer juntos hasta que se puede.

-O hasta que acabéis en la cárcel.

-Gracias por desearnos suerte Ari, y que sepas que eres bienvenida siempre. Bueno, gracias por el año y no os atraganteis con las uvas.

-Jaja, cachondo- Pato siempre indignada.

Faltaban segundo y ya había servido doce chupitos a cada, entonces empezaron a sonar...

-¡Salem no, que son los cuartos!

-¡Ya lo sé, por eso me he servido dieciseis chupitos!

-¡Maldito alcoh...!

-¡Que empieza!



Ya está, habiado empezado el año con un buen sabor de boca, al menos para mí, otros casi se mueren en el intento. Sam agitó una botella de cava y la abrió con violencia para que mojase a todos.
No sé en que momento Silvia me abrazó por la espalda y me dijo de una manera tan dulce...


-Feliz año, Salem.

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