jueves, 10 de abril de 2014

Spaghettis para Silvia III

III


<<...la felicidad es un estado de bienestar originado por algo positivo>>.


No sé por qué defino la felicidad si estoy escaso de ella y probablemente la defina mal.


-Salem, ¿que puede originar la felicidad?- me preguntaba él típico profesor de cincuenta y pocos con gafas.

-Un suceso positivo que te suceda a ti o a alguien cercado, o que hagas por otra persona.

-Ejemplo- continuaba el profesor.

-Un acto altruista.

-¿No es afán de parecer buena persona?- por lo visto me soltaba preguntas como un boxeador a su rival que está contra las cuerdas.

-No, en todo caso sentirse bien con uno mismo.

-Más ejemplos- hoy estaba exigente conmigo.

-Viajando sería feliz.

-El dinero paga esos viajes, ergo, el dinero da la felicidad.

-Para nada, yo viajo haciendo autoestop.

-Otra pregunta- él se divertía intentando dejarme sin argumento alguno- ¿eres feliz cuando tienes lo que quieres?

-Lo material sólo  te da una falsa felicidad que desaparecerá en cuanto quieras algo mejor, quizás puedo ser feliz estando con quien quiero.

-¿Estando con quién quieres?, curioso, ¿no sería idealización?

-Idealización es sentarme junto a Marlén, sus apuntes apuntes son ideales para mí.

-¡Eh cabrón!- saltaba Marlen que se sentaba a mi derecha.

-Genial, ha respondido a todo y ha soltado una pulla a su amiga que se estaba quedando dormida, sería usted un buen alumno si no fuese tan vago.

-Gracias jefe.

-Menos flores- era raro escucharle decir algo bueno a ese profesor- la semana que viene examen sorpresa.

-Si nos lo dice no es sorpresa- se apresuraba a decir Marlén.

-He dicho cuando, pero no que entra- se notaba que disfrutaba- Salem, quédese por favor.

Me había sentido cómodo hoy en clase, de hecho, toda la clase había girado en torno a preguntas dirigidas hacia mí.
Por una vez que voy y hago de alumno ejemplar, me tocaba quedarme tiempo extra con el profesor.


-¿Qué hace usted en Barcelona?- empezaba bien la conversación.

-¿Cómo dice?

-¿Cómo llegó a aquí?

-Haciendo autoestop, ya se lo he dicho.

-Me refiero a que le hizo venirse a esta ciudad.

-La verdad, me había enamorado de la ciudad hace unos años, y me dieron la oportunidad de venir.

-¿Oportunidad?

-En mayo del año pasado estuve tres días, el último antes de volver a mi ciudad, mientras yo tocaba el ukelele por las calles, conocí un director de teatro. Estuvimos varias horas vagando por la ciudad, él me contaba como era la vida y que ventajas podría sacar. Me propuso quedarme un día más, así me presentaría gente que me ayudaría a instalarme y encontrar un trabajo. Y aquí estoy.

-Claro, entre volver a casa o irse con un desconocido, prefirió al extraño, no sé si es valiente o estúpido.

-Sabe, las personas no hacen las cosas por ser valientes o cobardes, hay valientes que no hacen nada y cobardes que hacen mucho. Para mí, las personas son decididas.

-Entonces usted es decidido.

-Sinceramente, no tengo nada decidido en mi vida.

-¿Qué le gustaría hacer?

-Llegar a embajador.

-¿Sabe que es un trabajo complicado en el que al mínimo error puede dañar una relación entre dos naciones?

-Lo he pensado mucho y he tenido todo en cuenta.

-Responsabilidad ante todo.

-Soy el alumno más irresponsable que pueda tener en toda su vida.

-Eso ya lo he comprobado- él estaba bastante atento a lo que contaba- ¿bien por Barna?

-Sí, gracias a mi "padrino", conocí a mucha gente que me dieron oportunidades.

-¿Qué confianza tiene en las personas para hacer eso?

-Ninguna, la tengo toda en mí.

-Entiendo muchas cosas de esta vida, pero a usted, es imposible de entender.

-Señor, tiene toda la razón.

-¿Trabaja?

-Sí, en un pub por el barrio de Gracia.

-Iré a visitarle, a ver si allí me atiende mejor de camarero que de alumno.

-Allí me pagan.


Salí del centro con una gran confianza. Todo había mejorado tras la charla, un alumno mantenía en vilo a un profesor. Él me había prestado más atención que la que yo le haya prestado en meses.
Marlen me esperaba en un bar para tomarnos algo, seguro que querría cotillear sobre la charla.


-¿Qué tal el sermón- preguntaba ella con su cerveza en la mano.

-Sin palabras- le decía mientras buscaba al camarero con la mirada.

-¿Tanto te ha sorprendido?

-¡Le he sorprendido!- le decía enfatizando el "he"-¡Camarero, una pinta!

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