V
Viernes nuevamente, no me quedaba otra cosa que esperar a Silvia para comer. A ver si era verdad que vendría cada semana.
Mientras esperaba, me dedicaba a componer una canción en ukelele, era la primera vez que lo intentaba.
Al
oir el timbre supuse que era ella, había venido Pato a visitarme, hacía
tiempo que no veía a mi antigua compañera de instituto.
A los pocos minutos llegaron Silvia y Esvetlana.
La semana pasada esperaba comer solo, hoy esperaba solamente a Silvia y, me vienen tres.
-¿A qué se debe esta invasión hacia mi intimidad?
-Tenemos hambre- Esvetlana fue la primera en responder.
-¿Y mi casa es un restaurante?
-Más o menos- me respondió Pato- cocinas como un chef, pero tú no cobras, por tonto.
-Que suplicio, ¿que quieren las niñas para comer?
Al hacer la pregunta empezaron a exigir a sus gustos, yo claramente me había perdido en esa discusión.
Por cosas así las odiaba, pero no sería nadie sin ellas.
-A ver, algo de orden. Silvia quiere spaghettis a la carbonara y vosotras dos ya me habéis perdido.
-Yo quiero lasaña y Esvet no lo sabe.
-Vale, Esvet desempata, elige entre Pato y Silvia.
-Me quedo con la lasaña, todo sea por ir en contra de mi sobrina.
-Que sea vegetal- me exigia Pato.
Puse
música y me disponía a cocinar, las tres chicas se quedaron en el salón
a hablar y ver televisión. Me hacían sentir cual criado, pero no podía
negarme, yo era buen chico.
-¿Que haces?- me preguntaba Silvia mientras entraba en la cocina.
-Lamentablemente vuestra comida, ¿y vosotras?
-Pues Esvet toca tu ukelele, Pato canta y yo vengo a ver como va, que hay hambre.
-Sin prisas, dile a tu tía que mi uke es sagrado.
-¿Y mi pasta a la carbonara?
-Hoy tuviste tu oportunidad, además, hasta que no llegue el último día que nos veamos.
-¿Crees que pasará?
-Depende de la suerte que tenga, claramente quiero acabar fuera de aquí, incluso de Europa, ¿quieres que pase?
-Me reservo mi respuesta.
-Eso es que no.
-¿Eso crees?- se reía la niña- ¿quiero mis spaghettis o que te quedes?
-Está claro que me tienes cariño.
-Eso no está muy claro- se dio la vuelta y se fue con las chicas.
Que panorama, yo haciendo la comida para las tres que estaban en la sala de estar, incluso me daba miedo pensar de que hablaban.
A
veces pienso que mal habré hecho en mi anterior vida para tener padecer
esto, o que esta es una prueba y en la siguiente seré muy afortunado,
porqué yo me basada en la reencarnación.
-¡Niño!
-¡Joder!- me sobresaltaba yo- avisa antes de entrar, tenéis una manía de interrumpir mientras cocino.
-Lo sé, es sumamente divertido.
-Dime que quieres.
-Comer, es algo obvio y algo de beber.
-Mira en la nevera.
Esta vez era Esvetlana había entrado en la cocina, parecían turnarse en acosarme una a una.
-¿Qué es esto verde?- me dijo mientras sacaba una botella de la nevera.
-Agua bendita.
-¿Se puede saber por qué tienes absenta en la nevera?
-Lo uso para mis chupitos, en ocasiones de calmante y otras de jarabe para la tos, ¿se puede saber que hacen las otras dos?
-Silvia toca tu ukelele y Pato se rie de ella- Ella iba sirviendo dos chupitos mientras tanto- ¿qué has hablado con la cría?
-Vino a exigirme sus spaghettis, como siempre.
-Que va, sólo quiere un poco de tiempo contigo.
-Tengo todo el tiempo del mundo.
-No lo entiendes...
-Sí, pero procuro evitarlo.
-Bebe el chupito.
-Esvet, si la absenta te quema es que eres una pecadora.
-Pero eso le pasa a todo el mundo.
-Exacto...
Después
de que Esvetlana se fuese muriendo por dentro y me dejase solo en la
cocina, me puse a pensar en Silvia. La verdad es que no quería darle
muchas vueltas.
-Silvia es muy linda, me encanta para ti.
-Hola Pato.
Definitivamente de habían confabulado para venir por turnos e interrumpir la lasaña.
-¡Que frío!
-Pato, siempre tienes frío.
-Calla, ¿que piensas hacer con lo que te he dicho?
-Nada, no pienso plantearmelo.
-¿Por qué? es perfecta para ti.
-Por diversas razones.
-Vale que tenga trece años, que os llevéis cinco, los prejucios, que esté al límite de la edad legal.
-Tu preciosa forma de arreglar las cosas.
-¿No es preciosa?
-Mucho.
-¿No te gustan sus pequeñas locuras y rarezas?
-No sabría decirte.
-Esvetlana y yo hemos pensado que hacéis buena pareja.
-Bebe un chupito, a ver si se te pasa.
-A mí no me quieras envenenar.
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