jueves, 10 de abril de 2014

Spaghettis para Silvia V.

V


Viernes nuevamente, no me quedaba otra cosa que esperar a Silvia para comer. A ver si era verdad que vendría cada semana.
Mientras esperaba, me dedicaba a componer una canción en ukelele, era la primera vez que lo intentaba.
Al oir el timbre supuse que era ella, había venido Pato a visitarme, hacía tiempo que no veía a mi antigua compañera de instituto.
A los pocos minutos llegaron Silvia y Esvetlana.
La semana pasada esperaba comer solo, hoy esperaba solamente a Silvia y, me vienen tres.


-¿A qué se debe esta invasión hacia mi intimidad?

-Tenemos hambre- Esvetlana fue la primera en responder.

-¿Y mi casa es un restaurante?

-Más o menos- me respondió Pato- cocinas como un chef, pero tú no cobras, por tonto.

-Que suplicio, ¿que quieren las niñas para comer?

Al hacer la pregunta empezaron a exigir a sus gustos, yo claramente me había perdido en esa discusión.
Por cosas así las odiaba, pero no sería nadie sin ellas.


-A ver, algo de orden. Silvia quiere spaghettis a la carbonara y vosotras dos ya me habéis perdido.

-Yo quiero lasaña y Esvet no lo sabe.

-Vale, Esvet desempata, elige entre Pato y Silvia.

-Me quedo con la lasaña, todo sea por ir en contra de mi sobrina.

-Que sea vegetal- me exigia Pato.

Puse música y me disponía a cocinar, las tres chicas se quedaron en el salón a hablar y ver televisión. Me hacían sentir cual criado, pero no podía negarme, yo era buen chico.


-¿Que haces?- me preguntaba Silvia mientras entraba en la cocina.

-Lamentablemente vuestra comida, ¿y vosotras?

-Pues Esvet toca tu ukelele, Pato canta y yo vengo a ver como va, que hay hambre.

-Sin prisas, dile a tu tía que mi uke es sagrado.

-¿Y mi pasta a la carbonara?

-Hoy tuviste tu oportunidad, además, hasta que no llegue el último día que nos veamos.

-¿Crees que pasará?

-Depende de la suerte que tenga, claramente quiero acabar fuera de aquí, incluso de Europa, ¿quieres que pase?

-Me reservo mi respuesta.

-Eso es que no.

-¿Eso crees?- se reía la niña- ¿quiero mis spaghettis o que te quedes?

-Está claro que me tienes cariño.

-Eso no está muy claro- se dio la vuelta y se fue con las chicas.


Que panorama, yo haciendo la comida para las tres que estaban en la sala de estar, incluso me daba miedo pensar de que hablaban.
A veces pienso que mal habré hecho en mi anterior vida para tener padecer esto, o que esta es una prueba y en la siguiente seré muy afortunado, porqué yo me basada en la reencarnación.


-¡Niño!

-¡Joder!- me sobresaltaba yo- avisa antes de entrar, tenéis una manía de interrumpir mientras cocino.

-Lo sé, es sumamente divertido.

-Dime que quieres.
-Comer, es algo obvio y algo de beber.

-Mira en la nevera.

Esta vez era Esvetlana había entrado en la cocina, parecían turnarse en acosarme una a una.


-¿Qué es esto verde?- me dijo mientras sacaba una botella de la nevera.

-Agua bendita.

-¿Se puede saber por qué tienes absenta en la nevera?

-Lo uso para mis chupitos, en ocasiones de calmante y otras de jarabe para la tos, ¿se puede saber que hacen las otras dos?

-Silvia toca tu ukelele y Pato se rie de ella- Ella iba sirviendo dos chupitos mientras tanto- ¿qué has hablado con la cría?

-Vino a exigirme sus spaghettis, como siempre.

-Que va, sólo quiere un poco de tiempo contigo.

-Tengo todo el tiempo del mundo.

-No lo entiendes...

-Sí, pero procuro evitarlo.

-Bebe el chupito.

-Esvet, si la absenta te quema es que eres una pecadora.

-Pero eso le pasa a todo el mundo.

-Exacto...

Después de que Esvetlana se fuese muriendo por dentro y me dejase solo en la cocina, me puse a pensar en Silvia. La verdad es que no quería darle muchas vueltas.


-Silvia es muy linda, me encanta para ti.

-Hola Pato.

Definitivamente de habían confabulado para venir por turnos e interrumpir la lasaña.


-¡Que frío!

-Pato, siempre tienes frío.

-Calla, ¿que piensas hacer con lo que te he dicho?

-Nada, no pienso plantearmelo.

-¿Por qué? es perfecta para ti.

-Por diversas razones.

-Vale que tenga trece años, que os llevéis cinco, los prejucios, que esté al límite de la edad legal.

-Tu preciosa forma de arreglar las cosas.

-¿No es preciosa?

-Mucho.

-¿No te gustan sus pequeñas locuras y rarezas?

-No sabría decirte.

-Esvetlana y yo hemos pensado que hacéis buena pareja.

-Bebe un chupito, a ver si se te pasa.

-A mí no me quieras envenenar.

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