martes, 22 de abril de 2014

Spaghettis para Silvia X.

X

 

Faltaba cada vez menos para Navidad, Sam y Ariadna se pasaban más tiempo en mi casa que en la suya, todo el rato cantando para la pequeña actuación.
Temas aparte, yo estaba pensando en una nueva tradición y siendo nosotros, nos sentíamos obligados a cometer  una locura.


-¿En que piensas?- me preguntaba Samuel.

-Quizás tenga una idea para la tradición.

-Ilumíname...


Estuvimos debatiendo sobre si estábamos dispuestos a hacerlo, esperábamos que fuese la respuesta definitiva a la pregunta de cual era nuestra mayor locura.
Decidimos hacerlo, así que esperamos a Silvia y Esvetlana, nos llevaríamos a la pequeña para realizar la tradición.
Sólo esperaba que no se echase atrás.


-Salem, han llegado dos chicas- me decía Ari asomando la cabeza por la cocina tímidamente.

-De acuerdo, dile a Sam que nos vamos, se queda Esvetlana contigo, atenta al móvil por si nos salen problemas.

-¿Problemas con qué? No sois de fiar y dais miedo.

-Silvia, te vienes con nosotros.


Nos fuimos Samuel, Silvia y yo a coger el metro con mucha tranquilidad, Silvia quizás un poco perdida, luego hicimos transbordo con el cercanías para ir a las afueras de la ciudad.


-¿Se puede saber adónde vamos?- Silvia intentaba pedir explicaciones a este secuestro exprés.

-Se puede.

-¿Entonces? Explícame.

-A comprar el pavo de Navidad.

-¿Pero no lo habías hecho ya?- normalmente protestaba por diversión, al menos hoy lo hacía por algo coherente, la teníamos en la duda y nosotros no somos de ideas decentes.

-No ese tipo de pavo, vamos a por el afortunado.

-Sigo sin entenderlo.

-Espera y verás que divertido.

-No,que dais miedo.


Al bajar del cercanías nos esperaba un coche bastante antiguo y un anciano dentro, iban a juego el coche y el piloto la verdad, subimos y nos llevó directos a una pequeña granja.
 Al entrar a la granja, vimos bastantes pavos sueltos, todos alborotados por nuestra presencia.


-Muy bien chicos- Sam tomo la iniciativa para que empezáramos- aquí empieza la tradición de El indultado.

-Sigo sin entenderlo.

-A ver Silvia- le empezaba a explicar yo- hemos venido a indultar a un pavo, evitaremos que sea la cena de alguien.

-¿Qué pavo? ¿Y adónde lo vamos a llevar?   

-La pava, osea se tú, elige al pavo.

Gracias por el piropo.

-Venga, elige el pavo que tendrá felices navidades.

-Todos me miran con cara de pena, pero hay alguno que me gusta, me quedo con ese, con el que parece tonto.

-Casualidad- cogimos el pavo y volvimos por nuestro camino con el coche antiguo y el señor más viejo aún.

De camino a la estación, discutíamos que nombre ponerle, claramente lo haríamos.



-¿Vamos a meter al pavo en el tren?

-Silvia, no quieras marginar al pavo, ponle una chaqueta encima para que no lo vean.


Nos metimos al cercanías con el bicho arropado, evitando que sea visto.
Era una imagen curiosa en el tren con el pavo y nosotros discutiendo nombre.


-¿Alguien le pone nombre al niño?- empezaba Sam la discusión.

-Samu, no le digas niño al pavo.

-Silvia, ¿le pones nombre?

-¡Salem!- gritó rápidamente- se llamará Salem.

-¡Voto a favor!- le apoyaba el cabezón de Sam.

-Idiotas.


Al llegar a la siguiente parada, nos dirigimos ya al metro para ir a casa.
No me había fijado en que momento el pavo había salido corriendo y Silvia iba detrás de él.


-¡Salem, saca el móvil y graba para youtube!

-Samuel coño, corre a por el pavo.



Ambos corrimos detrás de Silvia, y esta, detrás del pavo.
Perseguíamos al animal por el laberíntico metro de Barcelona, lo cual la gente no se creía.
Siempre quise hacer un espectáculo en el metro, pero esta situación superaba a cualquiera que hubiese imaginado.
Pocos minutos después, teníamos al pavo arrinconado.
Por momentos parecía ir hacia Samuel, pero prefirió correr a dos metros de mi derecha. Antes de que pasase, me tiré en plancha para agarrarlo, ¡lo había hecho! 


-¡El mejor penalti de la historia!- me gritaba Sam.

-Corre y entrad al metro antes de que vengan los de seguridad.


Pavo en mano y bien tapado nos subimos para ir a casa con más calma.
Al llegar a la siguiente estación, se escuchaba a la gente hablar de que un animal andaba suelto por una estación cercana.
Nosotros salimos de la estación del metro intentando disimular la risa.
Cuando llegamos a casa, tratamos de ocultarlo en mi habitación antes de que Ari y Esvet lo viesen.


-¡Sam!- gritaba Ariadna- me acaba de llegar un mensaje sobre un animal suelto en el metro y tres personas que lo perseguían, tengo la certeza de que Salem y tú sois culpables.

 -¡Soy inocente!- trataba de defenderse Samuel- Salem me indujo a ello, es una mala influencia.

-Que traidor eres- me defendía yo- dejad a Salem Junior tranquilo, merece vivir.

-Estás loco- me decía Esvetlana con cierta gracia.

-Que sueñe con una camisa de fuerza desde que era niño, no signifique que este loco, creo.

-¿A quién se le ocurrió el nombre?

-¿A quien sino?- miré a Silvia que salía de mi habitación con el pavo en brazos.                                                 

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