jueves, 10 de abril de 2014

Spaghettis para Silvia IX.

IX.

 

 -¡Soy Silvia!- me gritaba ella desde el telefonillo del portal.

-¿Otra vez? Ya me saqueaste mi cocina el miércoles pasado.

-Nuestro trato era los viernes, el miércoles vine porque soy buena.

-¿Qué trato?¿Desde cuándo eres buena?

-Un respeto, que te pego.

-Espera abajo, que vamos al supermercado.


Tenía un gran vacío en mi cocina, aprovecharía su compañía para poder cargar más bolsas, así dejaría muchas cosas ya preparadas.
Sólo esperaba que no se pusiese exigente a la hora de comprar.


-Me estás fallando, me deberías haber esperado con la comida ya hecha.

-Silvia, que te dejo sin comer.

-Sin ponerse chulo, que yo también puedo.


Era pequeña, pero le gustaba discutir, eso me resultaba un tanto entretenido.
A cada paso que dábamos, me daba más pereza ir a comprar, prefería posponerlo e ir otro día con Samuel y Ariadna también.


-¿Que hay que comprar?

-Ahora nada Silvia, me da pereza.

-No me extraña, eres un vago potencial.

-¿Qué tal si vamos a comer pizzas a mi sitio favorito de Barna y luego volvemos para jugar a la consola?

-Así se conquista a una dama.

-A ti sí Silvia.

-¿Quieres hacerlo?

-Para nada, ya lo he hecho.


Me había sorprendido por la confianza que teníamos ahora, quizás había demasiada. No sé como había surgido tanta.
Seguíamos por Barcelona caminando con  nuestras raciones de pizza, intentando esquivar gente por la Rambla.


-Silvia, sabes que el próximo viernes es noche buena, por lo cuál será un día ajetreado con lo del concierto y la cena de Navidad.

-¿Entonces no voy a tu casa?- lo decía un poco disgustada.

-Irás por la mañana, pasarás todo el día conmigo, ya lo he hablado con Esvet.

-¿En serio?

-Sí, Sam y yo prepararemos la cena de noche buena, como tú eres la invitada especial, estarás todo el día conmigo.

-¿Estás seguro?

-Claro, eso te obliga a ayudarme todo el día.

-Ya decía yo que era demasiado perfecto.

-Encima que formarás parte de una nueva y maravillosa tradición.

-¿Cómo la que tenemos con los viernes?

-Por favor, eso es una maldición que alguien me ha echado.

-Yo también te quiero.

-Adoro tus mentiras.

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